Aunque vestían escamas en lugar de pieles, eran de esa clase de merodeadores. Mujeres y hombres de las montañas, anfibios por naturaleza, que ya en el siglo dieciocho poblaban errantes las rocosas y tocaban un ritmo marcado y bastardo que respondía al nombre de “rock drum”. Más tarde, este estilo repetitivo exento de melodía, se prestó en un habitual malentendido
