En el Este de la ciudad de Los Angeles, viven hijos de campesinos, carpinteros o artesanos mejicanos que conducen las fuentes a través de los barrios, registrando las voces y los sonidos en latas y cintas magnéticas. Descendientes de emigrantes criminalizados por la Ley de Cuotas o de braceros que llegaron al país en los años cuarenta en plena Guerra contra el Eje del Infierno. Escriben sobre las abuelas y se mejoran gracias a una herencia familiar sin acceso al banco pero que regala alegrías y enriquece el futuro. Pues el goce de seguir a un grupo como Los Lobos tiene tanto interés como rastrear las pistas de sus componentes por separado, a veces continuando alguna de las sendas abiertas por la banda matriz y otras, sin perder el gusto lúdico, recorriendo por otros patios. Una invitación a detenerse en algunos momentos menos oídos de Los Lobos (Mariachi Suite, Alone in a Crowd), en comandita con Tom Waits & Martha Gonzalez (Kitate) y con Money Mark (Pepe & Irene); sus componentes en diferentes entregas y colectivos como Los Superseven (La Sirena, El Canoero), César Rosas (Little Heaven), Paul Burlison, David Hidalgo, Conrad Lozano & César Rosas (Lonesome Tears In My Eyes), Houndog (I´ll Change My Style), Ry Cooder, César Rosas & David Hidalgo (Quatro Vicios) y los formidables Latin Playboys (Some Brown Earth, Forever Night Shade Mary) , que editaron su primer disco en 1994, el año en el que se supo que Zapata era un no-muerto que caminaba.
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