Nunca fuimos árboles pero habremos visto a personas parecerse. Kath Bloom y Bill Fay son dos voces que planean sobre la estepa folk con el típico pasaporte de “culto”. Desarrollando una carrera breve en los setenta y desapareciendo rápidamente para casi nadie. Después, dedicados a sus cosas, ajenos a los elogios y a las demandas del público. En los dos mil, una confluencia casual de circunstancias y el interés de patrocinadores de gustos selectos, arbitra su vuelta discográfica y su puesta en valor para nuevas generaciones, que aprecian su gran clase musical y sus aires humildes y despreocupados.
De Kath Bloom, el repaso a su disco Thin Thin Line (Caldo Verde, 2010) a través de Freddie, Dangerous days, Thin Thin Line, Another point of view y Heart so sadly y de Bill Fay, su disco Life is people (Dead Oceans, 2012) a través de The never ending happening, The coast no man can tell, Jesus Etc., Big Painter y Cosmic Concerto (Life is people). Se podrá pensar que ese estado de gracia y esa liberación de los “pecados” buscados que apresan al artista, son el resultado de la edad o del destierro forzado del «entarteinment», aunque parece que gente como Kath y Bill, ya eran antes así.
En la foto, una joven Kath Bloom.
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