Para patente de corso la española, concretamente la de las empresas pesqueras españolas. Mediante chanchullos legales consiguen permisos para pescar en la rica costa senegalesa, esquilmando los suelos marinos y dejándolos más muertos que un desierto. Esos buques son como ciudades, iluminados de día y de noche, arrasan con todo, dejando a los pescadores con un cayuco con el que ya lo único que pueden hacer es montarse en él y lanzarse a Canarias. Muchos de los que hoy vemos con la manta son antiguos pescadores a los que hemos dejado sin trabajo, pero que aquí los llamamos delincuentes, los encarcelamos, etc.
Con Eduardo Romero, del Colectivo Cambalache de Asturias, hablamos de la historia del racismo.
Fotografía de Javier Teniente.
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