Una historia que persuade a través del arco dramático y de la fuerza del elenco, pero que encuentra un aliado verídico en las localizaciones y en las ocupaciones de algunos de sus personajes. En la película Mud (Jeff Nichols, 2012), se pueden admirar grandes paisajes, reconocibles y vinculados a determinadas imágenes literarias que junto a los rasgos universales de los protagonistas, refuerzan la dureza o emotividad de las situaciones y permiten la inmediata identificación del espectador. En su banda sonora, y siguiendo el ejemplo de la propia construcción del argumento, hay ensamblados una serie de sonidos que pretenden servir a la trama pero que en algunos momentos se distinguen con su particular autonomía. Así, está la música genuinamente funcional de David Wingo (Opening), pero también las sustanciosas aportaciones de Dirty Three (This Night, Alice Wading, In Fall) o el apoyo lírico o rítmico de Lucero y de Ben Nichols (The Kid).
Música y entorno aliados para cuidar una historia que en su localidad aspira a relatar una vez más la pérdida de la inocencia y la lucha por evitar más perdidas. Aspecto este, que se emparenta, no solo en la forma, con una de las inspiraciones confesadas de la película, el libro The Last River: Life Along Arkansas’s Lower White de Turner Browne (University of Arkansas Press, 1993). Este registra con sentido detalle la vida de las gentes del río, una cultura cuasi desaparecida, víctima de la petulancia moderna y de los dragados. Y para completar el repaso fluvial las canciones de Ben Weaver (Split Ends), Grant – Lee Phillips (Wish I knew), Cut In The Hill Gang (The Right To Love You), Gillian Welch (Ruination Day Part II) y Joe Henry (Dark Tears).
Puedes acceder a las localizaciones de la película, aquí.
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