West Side Story se estrenó en España el 7 de diciembre de 1962, en una sala de cine mítica que milagrosamente todavía sigue abierta, el Cine Aribau de Barcelona. La película, llena de color, bailes acrobáticos, estética rock and roll y emocionantes historias de amor, contrasta bastante con la idea que en la actualidad tenemos de la España de finales de los años 50 y principios de los 60: un país grisáceo, bajo el yugo de la dictadura del general Franco y en donde las heridas abiertas por la Guerra Civil Española (no habían pasado ni veinte años desde su inicio) estaban muy lejos de cerrarse, si es que lo han hecho alguna vez. Tupés, camisas desabrochadas, navajas brillantes y bailes en lugar de peleas, que hicieron soñar a la juventud española con una forma de vivir muy diferente a la que les ofrecía el rancio poder establecido.
El filme fue también un éxito en la capital: los jóvenes enloquecieron con ella y agotaban las entradas sesión tras sesión, envueltos en un frenesí que les hacía ponerse en pie en medio de la proyección, gritar y bailar en los pasillos y sobre las butacas.
Esta locura ya habría sido por sí misma motivo de alarma para las autoridades franquistas, pero es que la película tuvo otro efecto que resultó todavía más aterrador para el régimen y contra el que se empleó a fondo con el fin de aplastarlo.
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