Genio y figura. Chano Pozo, junto a Mario Bauzá, Machito y Arsenio Rodríguez, formó parte de esa primera generación de cubanos que llegaron a Nueva York a rumbear esa musiquilla de moda llamada jazz. Sin duda fueron los más primigenios nuyoricans en aportar su deje afrocubano en lo que luego se conocería como latin jazz. Dizzy Gillespie, reconocido apasionado de todos esos (poli)ritmos caribeños, también será protagonista ya que profundizó en esas otras raíces africanas trasplantadas en continente americano y se alió con nuestro amigo Luciano para sacarse de la manga aquello del Cu-Bop. La cosa duró bien poco debido a la trágica y prematura muerte de Chano pero su importancia e influencia fue tremenda e ipsofáctamente se convirtió en mito y leyenda. Nos centramos en sus contadísimas grabaciones que incluyen grandes clásicos inmortales y alguna que otra cinta de cassette (k7!) sacrificada en vivo y en directo simulando algún ritual secreto yoruba… Y recuerden las sabias palabras del tamborilero de abajo: quien no tiene swing no baila la rumba. Entre otras cosas.

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