En el Este de la ciudad de Los Angeles, viven hijos de campesinos, carpinteros o artesanos mejicanos que conducen las fuentes a través de los barrios, registrando las voces y los sonidos en latas y cintas magnéticas. Descendientes de emigrantes criminalizados por la Ley de Cuotas o de braceros que llegaron al país en los años cuarenta en plena Guerra contra el Eje del Infierno. Escriben sobre las abuelas y se mejoran gracias a una herencia familiar sin acceso al banco pero que regala alegrías y enriquece el futuro. Pues el goce de seguir a un grupo como Los Lobos tiene tanto interés como rastrear las pistas de sus componentes por separado, a veces continuando alguna de las sendas abiertas por la banda matriz y otras, sin perder el gusto lúdico, recorriendo por otros patios. Una invitación a detenerse en algunos momentos menos oídos de Los Lobos (Mariachi Suite, Alone